martes, 11 de septiembre de 2007

Y cuanto producen las manos...

El escultor.


Raaaannnnnmmmm, raannnmmm, el fastidioso ruido de una moto, Álvaro Alié viste gafas oscuras estilo Ray Bam, camiseta negra, con la esfinge de Jim Morrinson y su barba de unos 2 centímetros de espesor.
Álvaro llega a su casa donde el taller también forma parte de su fachada, las pinturas del Jesús, Sandino, el Che, Beatles, están a la vista de todos en una pared de afuera.
--Entonces muchachos…
4 trabajan con cinceles y otras herramientas labrando la madera, todo parece una manufactura de artesanías; suvenires repetitivos y comerciales se producen en el lugar, una que otras pinturas se hacen ahí para ser distribuidas en los mercados y otras obras inéditas que nadie les hace caso.
Alié da instrucciones de cómo hacer mejor las cosas y explica algunas técnicas para facilitar el trabajo, pronto interrumpe un operante y le dice: maestro, mire como me va quedando, Álvaro empieza a mover la cabeza de un lugar a otro y le dice: Miguel me la podrías explicar.
-- pues es una mujer contorsionada y adherida a algo, una especie de árbol, al fin y al cabo todo el planeta es una mescla fusionada, todo es una masa de arterias, los rayos y el agua, mis manos y las plantas.
-- Miguel se quedó sin palabras…
Álvaro dice seguidla trabajando y tomate tu tiempo. Confundido se sale a la calle se sienta en una silla compuesta por varillas de hierro, juncos azules y rojos, respira hondo, y a paso lento, le prende fuego a un cigarrillo.
Oscar Duarte.

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