Confundida la aguerrida muerte se encontraba,
decidida se marcho, sabia de su inocencia y de su gran conciencia,
opaco sus ojos detuvo su corazón y su razón y ahí la muerte quedo
por el dintel del cementerio paso los heraldos se marcharon
las guirnaldas secas quedaron.
En la corriente del aire; se satisface aquel árbol
El árbol que desoja sus viejas hojas
Caen y adornan a la tumba de su aposento
y cuando el viento pasa junto a la cruz se rompe el silencio,
el silencio huye la ira de cuya muerte calla y duda
y un desaire de espectro se manifiesta con quejido oprimido del llamado a la muerte.
OSCAR DUARTE.
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